Las milicias alcoyanas II


Carta extraída del Archivo Municipal de Alcoy modificada por mí.

Desde el principio de la guerra, los dos bandos empezaron a reclutar a miles de soldados para ganar la contienda. Los más jóvenes eran incorporados inmediatamente en las cajas de reclutas para enviarlos a los frentes.

Con o sin formación previa arriesgaban sus vidas, muchos de ellos obligados, para ganarle el máximo terreno al enemigo. Tejedores, mecánicos, médicos etc. se vieron movilizados sin tener en cuenta su puesto laboral. El alcalde de la CNT, Cándido Morales, tuvo que dejar su mandato para incorporarse a filas el 30 de mayo de 1938 siendo sustituido por Ángel Ferrer. Los reemplazos no paraban de ser llamados a filas por el Ejército Popular y la guerra solamente tragaba hombres sin parar. Los ejércitos del bando nacional estaban mejor preparados, y financiados, que los republicanos. Pero no todos se marcharon para combatir. Muchos se quedaron trabajando en las fábricas y los que estaban enfermos, o convalecientes, no podían ser enviados a los frentes. La picaresca también estuvo presente a la hora de los reclutamientos. Una pequeña minoría no llegó a combatir acogiéndose a la Ley de Reclutamiento y Reemplazo publicada en 1912 donde aparece el Cuadro de Inutilidades, con relación a la aptitud física para el ingreso en el servicio del Ejército. Estaban separadas por cinco clases en las que se subdividían a la vez en varias órdenes. Tanto médicos y especialistas firmaron decenas de certificados explicando las razones del por qué sus pacientes no podían marchar a combatir. También algunas industrias certificaron, por asuntos de trabajo, la no incorporación de algunos de sus empleados a filas. En nuestra historia, ni Claudio ni Miguel, serán enviados a la guerra por dos razones muy distintas.


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