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Bar de Ramón Carbonell "el Tapa". Imagen creada por Gemini. |
El sonido de los telares desaparece conforme gira la
esquina. Ya ha terminado otra semana de tediosos turnos y se dirige al bar de
Ramón “el Tapa”. Las sombras de los viandantes se van perdiendo entre las entreveradas calles del centro de la ciudad. Antonio
Ureña echa un vistazo al escaparate de la tienda donde trabaja su sobrino
Miguel. “Siempre tienen los mismos cachivaches” piensa mientras pasa por
delante.
La mayoría de viernes se reúne con su amigo Enrique Póveda para
tomar unas cervezas en el bar de Ramón Carbonell “el Tapa”. El local, situado
en la calle Pi y Margall antes de la plaza de la Guardia Civil, es de pequeñas
dimensiones y dispone de media docena de mesas. La clientela suele acudir
para refugiarse de la guerra y de los problemas diarios que esta
conlleva.
En una de las mesas, y degustando un plato de croquetas,
Enrique intentará convencer a su amigo para que lo acompañe a un mitin y se
aliste en el batallón que se va a organizar dentro de pocas semanas, pero
Antonio tiene otros planes en su cabeza mientras observa la puerta del almacén
donde sabe que detrás lo están esperando.
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