La novela, de la que os voy informando cada semana, tenía otro enfoque muy distinto al actual.
Primeramente, los dos amigos robaban ropa de los vagones del tren para venderla posteriormente y sobrevivir con lo poco que ganaban. Esa era una de las historias, junto a nueve cuentos más, que tenía pensada escribir para un concurso de narrativa para una famosa bodega. Poco a poco fui añadiéndole más detalles, hasta el día que me decidí a visitar el Archivo Municipal. Allí fui descubriendo un universo de información, que hoy en día puedo ver desde casa con el portal del Patrimonio Documental de Alcoy: Bivia.info, al que os invito a visitar. Empecé a ojear las guías y libros que se publicaban por aquellos años para saber las costumbres que tenían nuestros antepasados. Poco a poco me introduje en un mundo que me fascinaba cada vez más. He ido recabando información durante todo este tiempo, creando archivos de Excel con noticias, comercios, calles y datos de aquella época. Algunos de ellos los he publicado, otros aún no. El manuscrito primeramente iba a contener dos historias paralelas: una en la ciudad de Teruel con el batallón Ruesca-Taíno y otra con las aventuras de los dos amigos en Alcoy. Finalmente opté por cambiar de rumbo y quedarme en nuestra ciudad con los dos jóvenes. Nunca imaginé el trabajo que lleva escribir una novela, pero tengo que reconocer que para mí está siendo muy satisfactorio. Esquemas, tramas, escenas, datos históricos, descripciones y muchas cosas más, se tienen que cuidar hasta el último detalle. Por eso decidí escribir una sola historia, para más tarde, seguir con la segunda. El camino de escribir empieza a allanarse después de tanto tiempo caminando por él. Próximamente os informaré como llevo la novela tal y como os prometí en la publicación de Los calabozos.
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