La calle Pi y Margall

Anteriormente ya recorrimos esta calle pero esta vez descenderemos por la angosta costera, situada en la parte baja de la ciudad, que nos lleva hasta la orilla del río.
Nos quedaremos a media cuesta, un poco más abajo de la plaza de la Guardia Civil, parados enfrente de esta casa observando su fachada de amplios desconchones, los cuales, nos muestran los ladrillos de los finos muros que cubren el edificio. Allí habitan los dos protagonistas de esta historia junto a unos vecinos un tanto peculiares. Subiendo los escalones de baldosas rojas y amplios maderos desgastados se llega al primer rellano. En la puerta izquierda vive Jeremías Ferri, el cabecilla de los dos muchachos y el artífice de la mayoría de sus aventuras, rodeado por un sinfín de artilugios bautizados como auténticas antigüedades. La familia de Claudio comparte rellano con este característico personaje. Una planta más arriba vive la señora Conchita acompañada de su famélico chucho. La anciana se dedica a remendar los descosidos de las desgastadas prendas de todo el vecindario ganándose un pequeño sustento que le ayuda a sobrevivir. En el portal de enfrente vive el otro protagonista, Miguel, con su madre. Ambos soportan las constantes discusiones que mantienen la señora Teresa Vidal con su hermano Carlos. Ella, solterona sin intención de encontrar novio alguno, se pasa el día regañando a su consanguíneo por las travesuras nocturnas de éste. El hombrecillo olvida cada día las reprimendas de su hermana mayor apostado en alguna barra de bar. Al salir del edificio noto como algo me dice que aquí pasará algo que no podré olvidar jamás.

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