Un pequeño homenaje I




A veces, la vida, te da lecciones de todo tipo. Unas veces son alegres, otras, son más tristes.
Pues bien, como todo ser humano, he vivido de las dos clases: de las buenas y de las malas. Hoy os quiero revelar algunas de las razones por las que he terminado La Guerra de los Dos Senderos.

La primera, es porque le prometí a mi amigo Jorge Creus que la terminaría sí o sí. Tal y como os conté en el post de Triste Despedida, se lo prometí por qué me instó a hacerlo, a realizar un sueño que yo mismo tenía y que veía inalcanzable. Se lo prometí porque quería compartir la mayoría de los momentos que había vivido junto a él. Se lo prometí porque él me demostró que si uno quiere, puede. Me duele terminar esta historia porque la he disfrutado todos estos años junto a él, acompañándome por cada capítulo, en cada frase. Siempre ha sido, y será, un gran referente en mi vida.

Años más tarde, mis padres se convirtieron en la segunda razón. Ya sé que suena a tópico, pero en milésimas de segundo la vida te puede cambiar sin apenas esperarlo. Una desagradable llamada a las once de la mañana de un sábado de enero hizo que viese la vida desde otra perspectiva. Con el paso de los meses, observas a las dos personas que siempre te han parecido invulnerables, como forman una combinación invencible que, con el paso del tiempo, me han demostrado con esfuerzo, constancia y trabajo, que todo puede ser posible. Gracias por demostrarme que todo vale la pena.

Y para finalizar, el apoyo de todas aquellas personas que me han ayudado desde el principio cuando decidí recorrer este camino. Me han dado consejos, ideas y, lo más importante, su fidelidad. A todos y cada uno de vosotros, siempre os estaré agradecido por vuestro interés y ayuda.

Gracias.

Muchas gracias.


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