La
actual Plaza de España, punto neurálgico de la ciudad, ha ido cambiando su
aspecto en diversas ocasiones.
Concretamente en nuestra historia aparecerá maltratada por los intereses
políticos de aquella época.
Se transformó
en un enorme solar devastado por los derrumbes de los dos templos religiosos
que la circundaban; la iglesia de Santa María y el convento de San Agustín. Si se
observaba la plaza de la República desde el Cantó el Pinyó (esquina situada en
la actual calle San Nicolás), a la parte izquierda solamente permanecía el
ayuntamiento y enfrente de este, todos los edificios donde se encontraban el
Hotel Comercio, el Círculo de Obreros, el Teatro Calderón... Por
aquellos años, la plaza servía como emplazamiento del mercado, que se amplió con
casetas de madera en el terreno del antiguo convento junto a la casa consistorial. El
Consejo Municipal quiso edificar un mercado en la superficie donde se erguía
el campanario de la iglesia de Santa María, pero debido al avance de la guerra
no pudo llevar a cabo dicha construcción. En el
centro de la plaza, había un quiosco donde se servían bebidas y
algún que otro tentempié. En este mismo enclave, Miguel vivirá una serie de
acontecimientos que le marcarán para el resto de su vida.
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