Viaje a la realidad





Me he desviado del camino para adentrarme en el corazón de Teruel. Una bella ciudad, que no tuvo el indulto ni la compasión de tan cruel guerra, y que las bombas dejaron su rastro por doquier. Una ciudad histórica por diversos motivos.
El último, la Guerra Civil. En sus calles se vivieron uno de los capítulos más sangrientos y más decisivos del conflicto. Cuidad hasta el más mínimo detalle con sus ancestrales torres, sus Amantes, el arte mudéjar y su signo de identidad: El Toro. El animal astado, figura venerada por todos los turolenses que permanece inquieto vigilando desde arriba de la fuente de la plaza, tampoco se salvó de tan cruel batalla. Nunca imaginé a qué extremo podía llegar una guerra. Lo devastadora que puede ser después de setenta y cuatro años. Todo sigue en su sitio. La Catedral y la Torre del Salvador fueron restauradas como tantos otros monumentos. Pero la imaginación puede más que uno mismo y se imagina aquellos edificios heridos, sangrando ladrillos de arcilla, cuchillos de la época mozárabe y cerámica fabricada por los mudéjares llenos de heridas de mortero agonizando en el suelo. No pude pisar aquella tierra arcillosa contrastada con el verde de los árboles. No pude pisar las trincheras de nuestro batallón. Pero lo que sí que pude, fue observar aquellos cerros donde el batallón pasó cerca de un año defendiendo su territorio, sintiendo en mi propia piel la batalla de Teruel.



Comentarios

  1. ¡Rafa, te estás creciendo, te vienes arriba, amigo! Buen texto :o)

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  2. Molt bó. Bona descripció. Estás fet tot un investigador. El próxim crack de la novel.la històrica.

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  3. Molt bó. El próxim crack de la novel.la històrica.

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