Fotomontaje propio. |
Los desertores, o fugados, se cambiaban de bando durante el transcurso
de la guerra para salvar sus vidas o para pertenecer al lado del que cada uno
se sentía identificado. En algunos casos, los milicianos, eran apresados por el
adversario y alguien les daba su beneplácito o su sentencia de muerte. En el
libro de Juan Eslava Galán, Una historia de la guerra civil que no va a
gustar a nadie, narra cómo un muchacho de Málaga perteneció en varias
ocasiones a ambos ejércitos durante la Guerra Civil. En la primera ocasión “el joven malagueño de diecisiete años que
apenas estallada la guerra se hizo miliciano con sus amigos del barrio del
Molinillo, más por amor a la aventura que por convicciones políticas”. En
la segunda, “Cuando los nacionales
conquistaron Málaga abandonó su atuendo militar y regresó al estado civil tras
ocultarse unos días en la casa de un familiar. Después de un tiempo los
nacionales lo movilizan” En la tercera ocasión “…lo envían al frente de Jaén, donde, en una escaramuza, cae prisionero
de los republicanos con tan buena fortuna que en el regimiento que lo captura
hay muchos malagueños del Molinillo”. Ya en la cuarta y en la última “…trasladan su unidad al frente del Ebro,
donde cae prisionero de los nacionales que lo internan en el penal de Santoña,
donde lo espera una condena a muerte por haberse pasado al enemigo”. Pero
la suerte de este muchacho parecía estar de su lado y después de atreverse a
abandonar la fila y cuadrarse delante del coronel, “Al coronel le cae en gracia el desparpajo del muchacho y ordena que
investiguen si el preso dice la verdad. La oficina del penal cursa un escrito
al jefe de Falange del barrio del Molinillo en solicitud de informes sobre el
preso Luis García Sarrión, oriundo de aquel barrio, que dice ser persona de
orden y afecta al Movimiento”. Cuando terminó la guerra abrió una barbería
en Málaga sin moverse nunca más de su ciudad.
Página del Joven Guardia extraída de Bivia.org |
En otras
ocasiones los soldados desaparecían de los frentes desconociendo su paradero. En
la gaceta del Joven Guardia se publicaban la relación de milicianos heridos,
muertos o desaparecidos. En el tercer listado aparecen tres milicianos que
según la gaceta son “Fugados en pleno
combate, abandonando el campo y faltando a su deber”. Pero en ocasiones se
veían obligados a tener que huir para salvar sus propias vidas, aunque solo
fuese por poco tiempo.
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